Los cuentos de Reaperville - La Mancha del Mal

Los cuentos de Reaperville

La mancha del mal

Capítulo I
LA CHICA DEL BOSQUE

Todo comenzó en Reaperville que en ese entonces era una tierra sin nada más que colinas y bosques oscuros, unos aventureros le prometieron a su pueblo que encontrarían un nuevo lugar para vivir y entonces encontraron estas tierras al pasar atreves de una montaña. Uno de ellos; el más joven de todos, camino por el bosque de allí en busca de comida o de algún recurso que pudieran usar cuando se asentaran allí, pero entonces un enorme oso negro apareció y lo hirió de muerte… Cuando el muchacho despertó se encontró en una casa de madera llena de huesos que colgaban de cuerdas hechas de tripas de animales, el intento pararse pero el oso lo había dejado muy mal herido, Entonces apareció en la puerta una bella joven de cabellos blancos y ojos nublados cubierta con una capa de piel negra, la muchacha se le acerco dando golpecitos con un bastón hecho de una rama, el joven de inmediato descubrió que la muchacha era totalmente ciega y luego ella que se sentaba a su lado le pregunto:
Muchacha: veo que despertaste, ten…
Ella le dio un tarro con un potaje oloroso que de una vez verlo ya le daba asco al joven
Vamos –animándolo a beber- esto te ayudara a mejorarte, estabas muy herido cuando te encontré ¿de dónde vienes, extraño? Pregunto ella en tono curioso
Y el muchacho enseguida le conto sobre su grupo y como llegaron allí, entonces la muchacha se entristeció y dijo luego
Tus amigos y tú pueden vivir cerca del bosque pero solo con una condición, no deben cortar ningún árbol o matar a algún animal sin mi permiso primero -dijo ella con mucha seriedad-
¿Y por qué? -Dijo él, mientras tomaba del potaje- ¿Acaso estas tierras pertenecen a alguien?
No –con una sonrisa picarona- estas tierras no la puede tomar nadie, nadie es dueño de nada, estas tierras tienen vida propia y deben ser tratadas con respeto.
¿Con respeto? Bueno, como tu digas, tengo que irme –se intenta levantar pero ella lo detiene poniéndole el bastón enfrente-
¿A dónde ibas? Aun no te puedes ir, esta muy débil y necesitas reposar, tú serás mi huésped hasta que te mejores, luego podrás irte
De acuerdo –le dijo el joven-
Y así pasaron los días y poco a poco el joven se empezó a encariñar con la muchacha ciega que lo cuidaba